El momento del baile ha sido, sin duda, uno de los momentos más sorprendentes y espectaculares del Seminario. Éste consta de cuatro partes.
La primera parte del baile llevaba por nombre: El baile universal. El en-cantamiento. Empezamos bailando por parejas y fuimos rotando según iba indicando la persona encargada de dicha actividad y como se puede ver en la imagen, Gabriela.
La música era maravillosa porque te envolvía hacia un mundo fantástico lleno de magia e ilusión donde cualquier deseo se podía hacer realidad, pues era la noche mágica, la noche del baile.
La música era maravillosa porque te envolvía hacia un mundo fantástico lleno de magia e ilusión donde cualquier deseo se podía hacer realidad, pues era la noche mágica, la noche del baile.
Seguidamente y en lo que respecta a la segunda parte: Baile en la oscuridad: nuestro par, nos tuvimos que tapar los ojos con unas vendas, lo cual aún hacia la actividad más interesante y misteriosa, y nos dieron un zapato que coincidía con otro que tenía una de las personas que se encontraba en la sala. Entonces, con los ojos cerrados nos llevaron a cada uno con la persona que poseía el mismo zapato. Lo curioso era que había que bailar con esa persona con la que te habían colocado sin poder verla.
En la tercera parte del baile: El baile del encuentro: el rostro del amor, nos quitamos la venda y yo, personalmente, me sentí más aliviada y más segura. Pude bailar de una forma más cómoda con la persona con la que me había tocado, sintiendo en todo momento el ritmo de la música.
Esta actividad consistía, por tanto, en desarrollar los demás sentidos, sin utilizar el de la vista. También, desde mi punto de vista, es un buen ejercicio que ayuda a confiar más en uno mismo y en los demás y a no dejarse intimidar.
Como actividad final y que se corresponde con la cuarta parte: Baile liberador, nos movimos de una forma más dinámica y compulsiva, como si estuviéramos liberando y dejando fluir toda nuestra energía. Fue un momento muy inesperado y sorprendente en el que me sentí relajada y a gusto.
DESAYUNOS Y MERIENDAS CENIS
Otro de los momentos fascinantes y que me gustó mucho fue el de compartir desayunos y meriendas con los demás cenicientos y cenicientas. Cada uno llevaba su propia comida, ofreciéndosela a los demás, de forma que todos probábamos la comida de todos.
Me ha parecido un detalle muy bonito porque supone hacer algo distinto, diferente del que se suele ver en los demás seminarios. Además, esto nos ayuda a abrirnos y a interactuar más con los otros. Fue, por tanto, un gran acierto.
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